miércoles, 23 de noviembre de 2016

El origen de Huancayo (Junín)

En cada pueblo existen versiones distintas de las historias y creaciones de los actores sociales, por ejemplo esta es una versión del origen de Huancayo.

Hace ya mucho tiempo, todo el Valle del Mantaro era una inmensa laguna. Desde Jauja y Concepción, hasta el sur llegando a Sapallanga y Pucara, todos esos lugares estaban bajo el agua. Los pobladores del valle en aquel entonces tenían sus casas en las alturas de los cerros, incluso hasta ahora podemos ver vestigios de sus construcciones.
En el centro de la gran laguna se podía observar desde las alturas un enorme peñón oscuro que salía de las aguas cada mañana. Esta gran peña se llamaba Huanca y estaba donde hoy esta la Plaza Huamanmarca, junto a la Municipalidad de Huancayo. Paso el tiempo y la laguna se iba llenando y llenando con las aguas de las lluvias (recordemos que en esta parte de la sierra las precipitaciones son altas).

Una vez, cuando los pobladores estaban en sus labores del campo, porque ellos siempre se dedicaron a la agricultura; se escucho un enorme estruendo en una de las quebradas y tras el sonido pudieron ver que las aguas de la laguna iban disminuyendo rápidamente. Sucedió que la quebrada de Chupuro se había roto y por allí desaguaba la laguna.

Pasaron pocas semanas y el valle se fue quedando seco, para acortar distancias entre los pueblos, los pobladores tuvieron que bajar hacia las partes planas; siendo allí en donde lograron hacer nuevas construcciones para poder habitarlas. Pero la laguna no vació del todo. En jauja se quedo la Laguna de Paca y en Ahuac la Laguna de Ñahuinpuquio.

Una vez las aguas rompieron la quebrada de Chupuro y por allí desaguo la laguna. El valle se fue quedando seco y se fundaron pueblos. Pero la laguna no vació del todo. En Jauja quedó la Laguna de Paca y Chocón; la de Ñahuinpuquio en Ahuac y la de Llulluchas en Huayucachi.

Existen muchas lagunas en el Valle del Mantaro, posiblemente parte del agua que desaguo de la gran laguna, hayan quedado dispersas por todo el valle. Ahora la Laguna de Paca es una de las más reconocidas y visitadas por los foráneos.


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El Pukupuku y el gallo (Puno)

Un día pukupuku y el gallo discutían sobre quien tenía el derecho de anunciar con su canto la llegada del nuevo día, discutieron y discutieron pero no han podido llegar a un acuerdo y acordaron llevar sus quejas a conocimiento de las autoridades del pueblo, en el camino el gallo hizo amistad con un ratón que le pidió un poco de cancha para sus hijos que sufrían de hambre, a cambio tenía que acompañar y ayudar al gallo como testigo, cuando llegaron al pueblo se fueron al despacho del juez. Y dijo pukupuku: señor juez yo tengo el derecho de anunciar con mi canto la llegada del nuevo día, mis antepasados hicieron lo mismo, ahora este gallo es un extranjero recién llegado trata de usurpar mis derechos, el gallo también expreso su queja que él tenía derecho para hacer despertar a la población. Entonces el juez digo: bien, presenten su demanda por escrito.

El pukupuku expreso en su demanda que él ha sido designado por los deidades como los cerros, la madre tierra, la Luna y el sol y otros seres de la naturaleza, por lo tanto tiene derecho de cantar todas las mañanas a la nueva vida y como testigo la “Leqechito” (cintinela).
El Gallo manifestó diciendo; que yo he adquirido el derecho de cantar al amanecer porque mis dueños han conquistado estas tierras y como testigo era el “achacu” (ratón).

El juez había citado a un comparendo a ambos demandantes; en la mañana el juez ha tenido que escuchar los cánticos de pukupuku y del gallo, para cumplir con la propuesta del juez el pukupuku había cantado cada media hora y el gallo cada hora, pero como el gallo tenía como su testigo al ratón, el ratón había extraído la documentación de la demanda de pukupuku y a la vez al gallo despertaba el ratón según el reloj del señor juez.

En la mañana el juez llamó a los demandantes y les dijo ; Pukupuku no serás el que cante y que haga despertar a la población, entonces el leqechito quería defender y el juez lo agarro a golpes y por eso en la actualidad tiene este ave la cabeza plana; y al gallo por ser puntual le da su derecho de estar en la casa, cantar y hacer despertar todas las mañanas a la población y al ratón le dijo ya no comerás solo granos sino todo lo que come los humanos de preferencia el queso.


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El Zorro que fue al cielo (Puno)

Dicen los achachilas que cierta vez un zorro se encontraba al lado de un río y melancólicamente observaba las imágenes que reflejaban sus aguas. Se veía a gente bailando, bebiendo y riendo. ¿Qué pasaba? Las aguas del río no hacían más que reflejar la algarabía que allá arriba se vivía: en el cielo estaban de fiesta.
El zorro, que andaba cabizbajo y pensativo, no se dio cuenta que un cóndor había bajado a tomar agua. Al verlo se le ocurrió una gran idea.
- ¿Qué pasa amigo tiwula? – preguntó el cóndor.

- Es que quiero ir a la fiesta que hay arriba en el cielo y sólo, no puedo. ¿Por qué no me llevas tata condori? - – dijo el zorro.

El cóndor aceptó de buena gana el pedido del zorro y le dijo que se montara en su espalda. Volando hacia las alturas llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron bastante, bebieron y se divirtieron.

Al cabo de un rato el cóndor buscó al zorro que andaba perdido entre tanta gente alegre y le dijo que ya era hora de volver. El zorro, entusiasmado con el festín, no quiso regresar y se quedó allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor retornó sin su compañero a la tierra.

Acabada la fiesta, el zorro, que se había quedado solo, se fue de visita a la casa de una estrella. Como todavía tenía hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de cañihua para que se hiciera una mazamorra. El zorro miró el grano con desconcierto y pensando que eso no iba a ser suficiente le dijo a la estrella:

- Pero ¿cómo va a alcanzar un solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mí.

Y sin que la estrella se diera cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Así comenzó a preparar su mazamorra de cañihua mientras se le hacia agua la boca.

El zorro contento seguía en la tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto la olla comenzó a rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo. Como el zorro andaba muerto de hambre se puso feliz a lamer lo que caía de la olla y casi sin descansar trataba de comérselo todo. Pero la alegría pronto se convirtió en angustia pues la olla seguí rebalsándose y la habitación se iba llenando de cañihua sin que el zorro pudiera hacer nada para detenerla.

La estrella al ver su casa llena de mazamorra se puso muy enojada y colérica y a gritos le dijo al zorro:

- ¡Zonzo nomás siempre habías sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te había dado suficiente?

¡Ahora todito te lo vas a tener que comer!

El zorro, arrepentido y triste por su desgracia, se angustió más aún y, no pudiendo hacer nada, pensó que lo único que le quedaba era regresar a la tierra. Entonces se ató a una soga y fue donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar.

La estrella aceptó ayudarlo y sujetó la soga para que el zorro pudiera bajar.

Camino a la tierra y cuando escasamente le faltaban diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a él y, liso como era, sin más ni más, 

lo insultó diciéndole:
  • ¡Loro lengua de papa!
  • ¡Loro lengua de chuño!
  • ¡Yo te puedo matar!
El loro lleno de furia por los insultos del zorro, comenzó a picotear la soga por la que éste descendía. Al ver que la soga se rompía, el zorro comenzó a gritar fuertemente diciendo:
  • ¡Extiendan un frazada suave!
  • ¡Extiendan una frazada rosada!
  • ¡Miren que vengo del cielo!

Los desesperados gritos de zorro fueron vanos. Nadie los escuchó. A gran velocidad cayó en medio de duras rocas y su panza repleta de mazamorra se reventó.

Con la caída la cañihua se esparció por todas partes.

Cuentan los achachilas y awichas (abuelos y abuelas) que fue así como apareció este alimento en el altiplano.

El Zorro que fue al cielo


El Toro de Oro, enigma oculto de Jatun Uchcu

Jatun Uchcu, es considerado hoy no solo un lugar turístico, sino un yacimiento de increíbles historias contadas por los pobladores, y que hasta ahora no ha podido ser explorada con intensidad, debido a su profundidad (la falta de oxígeno) y su peligrosidad que desalienta al explorador e investigador a estudiarla. Todos los que han tratado de ingresar, aseguran haber oído hablar que en el fondo hay un toro de oro amarra-do a un frondoso árbol de naranjo, cuyos frutos son también de oro y que está rodeado de hombres petrificados y que es vigilado por un indio de vestidura reluciente. Se dice que este personaje, en las noches de tranquilidad y luna llena, sale a la superficie a tocar su quena con una delicada melancolía. Manuel Nieves Fabián, en su libro «Mitos y Leyendas de Huánuco» nos relata: «Se cuenta que una noche, un hombre que había salido de su casa, volvió y gritando: ‘¡Encanto!, ¡Encanto!, ¡vengan todos! En el cerro hay un hombre como si fuera de plata, brilla como la luna y hasta empaña la vista. ¡Vengan!, ahí está tocando su quena y bailando sobre una piedra. Al escuchar los gritos salieron corriendo sus familiares y sus vecinos, pero no vieron a nadie, sólo la luna alumbraba como si fuera de día.

El hombre no se explicaba cómo había desaparecido tan rápido e intrigado se quedó toda la noche para ver si aparecía nuevamente. Al amanecer, se dirigió a la casa de Tayta Allico para que le explicara sobre el hombre de Jatun Uchcu. El anciano le respondió contando la siguiente historia: El hombre que aparece sobre la puerta de Jatun Uchcu, allá, hace muchos años atrás, había matado a su padre. En castigo, la justicia le condenó a veinte años de cárcel. Cuando se encontraba en prisión se le presentó el demonio y le propuso libertad con la única condición, que al morir su alma le serviría de esclavo. El hombre ni corto ni perezoso aceptó la propuesta y en un abrir y cerrar de ojos, fue puesto en libertad. Cuando ya se encontraba libre, nuevamente se le apareció el demonio para recordar-le el compromiso pactado.
El hombre aprovechó este momento para desconocer al demonio y negar todo tipo de contrato...El diablo ante la desfachatez del hombrecito, sumamente irritado lo cargó sobre sus hombros y lo condujo a Jatun Uchcu. Allí le condenó para que eternamente cuidara los tesoros enterrados en las entrañas, y lo sacrificó.

A partir de esa fecha, el condenado saca al campo a pastar al toro de oro en las noches de luna llena, mientras él toca su quena...En una ocasión, una mujer sorprendió al hombrecito tocando su quena y se enamoro de él, pero el diablo que no quería la felicidad de su esclavo, condujo a la mujer a Ichic Uchcu y la enterró viva. Desde entonces, cada vez que se escucha el sonido de la quena, la mujer sale a bailar y los enamorados tratan inútilmente de juntarse.

Teniendo como argumento este relato muchos han tratado de apoderarse de los tesoros de Jatun Uchcu, pero en sus intentos se han convertido en piedras. Se dice que los hombres petrificados están a la espera de alguien más fuerte que logre vencer al vigilante esclavo y a su patrón para devolverles la vida.

El Toro de Oro - Jatun Uchcu



El Pillco Mozo, el eterno guardián Chupaychu

La leyenda dice que el joven Chupaycho Cunyag se enamoró perdidamente de la bella princesa Pillco Huayta, hija del valeroso curaca Achapuri Inquil Tupac. Su amor fue tan profundo que ambos jóvenes terminaron amándose. El padre, al enterarse de la osadía de su hija, se opuso rotundamente, ya que tenía escogido para ella a un valeroso guerrero Panatahua. Los jóvenes enamorados, desoyendo las palabras del curaca, huyeron hacia el lugar denominado Nunash y se instalaron en un pequeño palacete, ahí se atrincheraron. Cunyag, al saber que el padre de su amada se dirigía hacia Nunash con un poderoso ejército, instruyó al Pillco Huayta para que huyera y diera aviso a los Chupaychos, mientras él y los suyos le entablarían resistencia. La princesa concurrió rauda a cumplir la misión mientras el joven lo esperó dispuesto, incluso a sacrificar su vida. Su sorpresa fue tal, al ver al Amaru que guiaba al ejercito del curaca, Atemorizado, Cunyag huyó con dirección al lugar de su origen. El terrible Amaru, al ver que corría el mozo, levantó las alas y sentenció que se convirtiera en piedra.
Fue así que cuando contemplaba a su pueblo desde las alturas del Marabamba, sintió que lentamente su cuerpo se transformaba en piedra, entonces, viéndose perdido y antes que su cabeza se petrificara, con un grito que se escuchaba a muchas leguas, ordenó que Pillco Huayta huyera hacia la selva para librarse de la cólera de su padre. El Amaru, volteó el rostro hacia la selva, se levantó en ligero vuelo y al encontrar a la princesa a orillas de un caudaloso río, sentenció que se convirtiera en una enorme montaña para que la desobediencia de ambos jóvenes quedara a manera de una lección para la posteridad. Hoy, podemos apreciar a estas dos figuras en eterno reposo: a Pillco Mozo, en Huánuco y a Pillco Huayta (Bella durmiente), en Tingo María".


Pillco Huayta - La Bella Durmiente
Pillco Huayta - La Bella Durmiente


Pillco Mozo - Chupaycho Cunyag
Pillco Mozo - Chupaycho Cunyag


La Leyenda del Río Hablador

Hace mucho, pero mucho tiempo, vivía en la cima celestial el dios sol, conocido también como Inti. Un joven de gran postura y sumamente bondadoso llamado Rímac, quien de cuando en cuando bajaba al mundo de los humanos a contarles bellas historias, por lo que era muy querido y reverenciado.
Un día que acompañado de los demás dioses miraba hacia la tierra por las ventanas del palacio dorado, vió que los llanos junto al mar eran azotados por una grave sequía; las hierbas, las flores y los árboles se marchitaban y los hombres y animales morían de sed.
Los dioses se alarmaron y acudieron al dios Inti, su padre, a pedirle que librase a los hombres de la costa, de aquella horrenda sequía. Pero el Inti les dijo que era imposible, pues según las leyes celestiales solo sacrificando a uno de ellos en el altar de fuego podrían conseguir agua.

Los dioses callaron, sin embargo ante la sorpresa de todos, Chaclla, la más bella y virtuosa de las hijas del sol, poniéndose delante de su padre se ofreció valientemente ante el sacrificio.

Rímac que adoraba a su hermana, se arrodilló implorante y pidió a Inti que lo sacrificase a él en vez de ella, pero Chaclla, aun cuando agradecía su gesto, no aceptó aduciendo que los hombres echarían de menos las bellas historias que aquel sabía contarles.

Mas Rímac insistió, finalmente a ruego de ambos y ante la resignación de Inti, los dos se dirigieron al altar de fuego para el sacrificio. El dios sol pudo así hacer llover la tierra.
Agradeciendo a los cielos, los yungas, así llamados antiguos hombres de la costa, recibieron el agua jubilosos.


Rimac y Chaclla, envueltos en infinidad de gotas caían sobre las montañas cercanas al gran valle de Lima, y convertidos en un tormentoso río corrían, jugando y riendo, hacia el mar. Una vez allí, elevándose en forma de nubes, persiguiéndose, llegaban al cielo para vaciarse de nuevo.

Pero eso duró solo cuarenta noches, al cabo de los cuales, Chaclla quedó convertida para siempre en lluvia y Rimac en el mas bullicioso río de la costa peruana.

Cuenta la leyenda que quienes suelen sentarse a orillas del río Rimac y se ponen a escuchar con atención perciben claramente el murmullo de sus aguas como se disuelve en una voz humana que cuenta bellísimas historias de este y de antiguos tiempos, por eso se le llama “Río Hablador”.



Rimac Rio Hablador


El pago a las tinieblas (Tacna)

Una legendaria laguna de Aricota, llena de misterio oculto, se dice que para utilizar sus aguas tuvieron que hacer entrega de seres humanos como pago a las tinieblas, por dos oportunidades.
Para el primer pago tuvieron que reunir varios niños, a quienes los invitaron a participar de un banquete, fueron llevados con engaños a la orilla de la laguna, donde se encontraba una mesa muy bien adornada, sobre ella se encontraba comida, dulces y gaseosas. Los niños conforme iban disfrutando del banquete, eran atendidos con gaseosas pero mezclado con licor, mientras bebían se fueron mareando, llenos de euforia entre juegos y alegrías; de pronto las aguas desaparecen y se abre una puerta enorme, en el interior se veía una enorme ciudad iluminada, los niños ingresaron comiendo sus galletas y bebiendo gaseosas, en medio de risas y juegos se fueron desapareciendo en el fondo de la ciudad.

El segundo pago fue con una delegación de Japón, dentro del grupo había una dama muy jovial y hermosa.

Llegando a Curibaya se abastecieron de alimentos y bebidas, buscaron una vitrola para poner la música y por la noche se dirigieron a las orillas de la laguna para preparar la entrega. Siendo las doce de la noche, la dama se encontraba embriagada, entonces la invitaron a bailar, mientras bailaba se levantó un remolino que envolvió a la dama y empezó a desaparecer en el fondo de la laguna.

Muchos arrieros y viajantes experimentaron, que a partir de las once de la noche, se escucha las risas y juegos de los niños, la voz de una dama que te llama, el cántico del gallo, que nos pone los pelos crespos de miedo, por mas que se grite o corran se cunde más la desesperación del terror, las personas de fuerte coraje logran pasar y las personas de débil se encantan o se vuelven locos.

El pago a las tinieblas


El misterioso museo del Algarrobal (Moquegua)

Los que viven cerca del ahora museo del Algarrobal, cuentan que hace mucho tiempo, en la provincia de Ilo en el distrito del Algarrobal se construyó una vivienda que tenía como finalidad convertirse en museo.

Al término de esa edificación, empezaron a implementar el interior de la vivienda con algunos restos que dejaron los hombres antiguos que vivían en ese lugar.
A pesar del tiempo transcurrido, se dice que al promediar la media noche, se oían voces y sonidos como si estuvieran trabajando en una chacra , cuidando el ganado, y lo más misterioso es que se escuchaba el ladrido de un perro. Es por esa razón, que ninguno de los que cuidaban el lugar se atrevía a entrar a la casa.

Cierto día uno de los vigilantes junto a un arqueólogo, se atrevieron a entrar al lugar. Esperaron hasta media noche y al toque del reloj que marcaba las doce empezó nuevamente el bullicio, entonces vieron que de pronto se le apareció un perro que ladraba; mientras ellos caminaban por el museo, pasados unos minutos, desaparecieron las voces y aquel ladrido, los hombres se tropezaron y con mucho miedo se levantaron, lo único que ellos deseaban en ese instante era salir de aquel lugar.

Al día siguiente, los hombres se pusieron a cavar, y encontraron que dentro de aquella excavación los restos óseos de una persona con sus bienes, acompañado del esqueleto de un perro.

Consultando a los pobladores del lugar, los hombres se enteraron que en ese lugar hace muchos años vivieron hombres llenos de bienes y que tenían como guardián un perro. Esos hombres son conocidos como los Chiribaya.

Desde entonces, es común para aquellos pobladores escuchar los ladridos del perro y aquellas voces misteriosas. Muchos dicen que el perro sale del museo y va a tomar agua del río los días martes y viernes al promediar la media noche.

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miércoles, 16 de noviembre de 2016

El Tunche Maligno

Vaga por las noches oscuras de la selva, como alma en pena, unos dicen que es un ave, otros que es un brujo o un espíritu del mal “diablo” que goza aterrorizando a la gente. Pero nadie lo ha visto, y todos lo reconocen con temor cuando en plena oscuridad lanza al aire un silbido penetrante “fin....fin...fin...” que por instantes se pierde en el monte a lo lejos, pero vuelve a silbar ya sobre el techo de una casa o a la orilla del río. Todo es tan rápido que la gente solo atina a persignarse o rezar, porque existe la creencia de que cuando silva con insistencia, por los alrededores de un pueblo, anuncia malos presagios y cuando lo hace sobre una casa, enfermedad o muerte.

Burlarse del tunchi o tunche, insultarlo, puede costarle caro al atrevido, ya que lo hará enfurecer y entonces atacará con mayor insistencia, silbando... silbando... lo perseguirá tanto que hasta el más valiente terminará entrando en pánico, que puede llevarlo a la locura o muerte...


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El bufeo colorado

Al delfín rosado del Amazonas la gente lo llama, simplemente, bufeo colorado y así lo distinguen de sus otros hermanos que son de color gris. La leyenda de que el bufeo, como ser o duende “encantado” que es, puede transformarse en un hombre “gringo” al que le gustan las mujeres jóvenes . Así, con esa apariencia, suele presentarse a la fiesta en la que participa la chica elegida. Como viajero de paso, baila y enamora a la muchacha, invita a beber a todos los participantes y así se gana la simpatía general. Pero él no come ni menos bebe licor, porque si se emborracha, se rompería el encantamiento y se descubriría quién es.

Cuando la muchacha ya es la enamorada del bufeo, él la colma de regalos y atenciones. La visita siempre por las noches y se marcha antes del amanecer. Así poco tiempo, la mujer enamorada empieza a mostrar una conducta extraña, porque quiere permanecer todo el tiempo junto al río y si ésta situación no es notada a tiempo por sus familiares y no la mandan a curar a un buen chaman, puede terminar desapareciendo, ya que en su deseo de estar siempre junto a su gringo “bufeo” enamorado, terminará arrojándose al río para no salir jamás.


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La Sacha mama

Es una boa gigantesca y solitaria, que vive en tierras pantanosas de selva adentro. Llega un tiempo de su vida, quizá milenaria, en que se incrementa su peso, es tal que ya no puede reptar, entonces busca un lugar para vivir permanentemente. Entonces libra, con su poderosa cola, un espacio lo suficientemente amplio, allí pone su cabeza y espera. El gran poder de atracción que tiene le permite halar a sus víctimas hacia esa especie de chacra que forma delante de su cabeza.

Entonces, cualquier animal u hombre que, por ignorancia o descuido, pase por su delante ve solamente su cabeza. Pero ya será muy tarde. Porque habrá caído en el campo imantado de la Sacha mama, atraído hacia su poderosa mandíbula, para luego ser triturado y tragado. Satisfecha su hambre, se pondrá a dormir por una larga temporada.

Otros mitos cuentan que es la encarnación del espíritu de los ríos de la amazonía.

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El Mapinguari o padre monte

Es un espíritu protector al que puede verse como una gran bestia bípeda, del tamaño de dos hombres adultos, llena de pelos y capaz de lanzar un olor terrible que usa para castigar y noquear a los cazadores furtivos y otros que no respeten la selva, junto con su descomunal fuerza y filosas garras. A veces se presenta en los mitos como un oso con un pie vuelto hacia atrás o de algún otro animal a la manera del chullachaqui. Otros mitos lo muestran como un monstruo peludo con una boca en el vientre.

Algunos creen sin embargo que es un animal que existiría realmente en lo profundo de la selva, una especie gigantesca de perezoso.

Mapinguari



El Chullachaqui 

El chullachaqui es el diablo burlón de los bosques de la selva, que suele aparecerse a la gente en forma de animal o de mismo hombre, para engañarla y llevarla al fondo de la selva. Sin embargo, cuando se transforma en hombre es fácil reconocerle, porque el pie izquierdo es como de una criatura recién nacida o como raíz de árbol o como pata de jaguar, aunque el condenado, procura ocultar ese pie de cualquier modo. Además, se delata por el fuerte olor a chivo que despide, y la gente, entonces, ya se halla en guardia: reza y hace cruces con los dedos o con ramas. Pero son a los niños, generalmente, a los que rapta.

A los niños que se quedan solos en las chacras o que andan así por los caminos. ¿Cómo puede un niño resistir el deseo de adueñarse, por ejemplo de una gallina blanca con primorosos pollitos, que de pronto se les aparecen y entran en el bosque?, ¿O de coger un pajarito de bello plumaje que se detiene junto a él y entra luego en el bosque suavemente cantando?, ¿O de seguir a su padre, madre u otro pariente (que no son tales sino el diablo convertido en ellos), que de improviso se les presentan? Ya en el interior del bosque, el Chullachaqui recobra su horrible figura de diablo y cuelga a sus víctimas de los cabellos en las ramas de los árboles más altos, tirándoles de las orejas, burlándose, riéndose de ellos.

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La Yacumama

Tradición, mito o leyenda son los relatos que desde tiempos inmemorables van de boca en boca entre los habitantes de la selva, estremeciéndolos de pavor, especialmente en las noches de luna cuando un abuelo los cuenta.

En lo profundo de un bosque impenetrable por su exuberante vegetación, había un lago muy poco conocido por los que vivían en las proximidades de ese lugar.


Simulaba ser sumamente tranquilo, apacible, en suma, un remanso de paz; pero, lamentablemente era lo contrario.

Así lo aseveraban quienes habían llegado a él, pues sabían que tenía "madre" y que ella celosamente cuidaba ese lugar, persiguiendo sin piedad al que por desgracia se atrevía a pescar en sus aguas.

Así llegó cierto día un pescador que siguiendo el curso de un riachuelo desembocó en él; desde el primer momento que lo vio, se sintió feliz porque creía que era el primero en llegar y pensó: al fin podré realizar una "pesca milagrosa" en esta laguna olvidada, que debe estar llena de peces.

Infelizmente no fue así; al penetrar en el lago, lo primero que hizo fue ubicar un lugar para arrojar su tarafada y aunque se sentía intrigado por el movimiento del agua, siguió remando confiado; pero el vaivén continuo de su canoa, siguió preocupándolo hasta que sintió que algo salía del fondo del lago.

Rápidamente volvió para averiguar… ¿qué era eso?, y vio una terrible cabeza, suspendida a casi un metro de altura sobre la superficie del agua moviendo su monstruosa figura de orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda.

Inmediatamente dio vuelta su canoa, metió su remo con fuerza hasta el fondo del agua para impulsarse mejor y en esos instantes apremiantes para colmo de males, notó que las plantas de la orilla venían a su encuentro, cerrándole el pase como si obedecieran a no se qué designio; terriblemente asustado, giró su cabeza para ver que ocurría con la fiera y comprobó que ella le perseguía a toda velocidad.

En ese momento, aterrorizado levantó sus ojos al cielo y clamó ayuda al Dios Todopoderoso, convencido que él no podía hacer nada para librarse con vida de ese monstruo lacustre.

Y realmente, el Señor escuchó su súplica, porque inexplicablemente cayeron al lago cuatro sacha vacas peleando y mordiéndose como fieras, produciendo un tremendo ruido.

Ese terrible estruendo asustó a esa serpiente, que no era otra cosa que la terrible Yacumama, que velozmente se sumergió en su lago.

Incomprensiblemente, las plantas acuáticas también volvieron a su posición inicial y todo quedó en calma, pues hasta las sacha vacas se escaparon viendo a la horrible Yacumama.

El pescador que advertía estupefacto todo cuanto sucedía. No quiso perder un segundo más, y se alejó de este fatídico lago, antes que la Yacumama le cerrara el paso nuevamente.

Lamentablemente no llevó ni un solo pez, porque "la madre" de esa laguna no quiso regalarle sus  sardinas, sábalos, lizas y gamitanas.

AI respecto, se cuenta que cuando alguna persona común se acerca a las orillas y penetra a esos lagos encantados, se desata sorpresivamente una tormenta infernal que hace zozobrar la embarcación y la persona se ahoga irremediablemente.


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Taita ve mi diente

Según los antiguos habitantes de esta zona, se dice de que en aquellos tiempos era muy peculiar que el diablo se materialice tratando de espantar a la gente.
Una de estas experiencias la vivió el antiguo mayordomo de la hacienda Vilcahuaura Don Juan Pimentel Baldeón, quién buscando una noche a una res de lidia (ganado bravo), escucho el llanto lastimero de un niño recién nacido proveniente del sembrío de algodón, suponiendo que era un crío abandonado por alguna indígena desnaturalizada, desmontó y al acercase hacia donde provenía el llanto, más grande fue su sorpresa al encontrar un hermoso bebe cuyos cabellos rubios resplandecían con la luz de la luna llena y envuelto en fajinas indígenas.


Maldiciendo a la mala madre indígena, Don Juan, trató de subir al caballo con la criatura cargada, pero fue su sorpresa mayor viendo

que el caballo corcoveaba y relinchaba como si tuviese candela sobre el lomo, y como era un buen jinete logro montarlo, mas no logrando así calmarlo, emprendió su camino hacia el caserío de Vilcahuaura, comenzando a impacientarse al sentir que el bebe que llevaba entre sus brazos comenzó a pesar más, para luego escuchar una voz aguda y tenebrosa que le dijo “¡Taita ve mi diente!..” al destapar el fajín de la cara del niño, contempló un grotesco diente morado acompañado de un solo ojo en el rostro de la criatura, horrorizado arrojo al crío explotando este mismo al contacto con el suelo, despidiendo un olor a azufre mientras se alejaba velozmente con el caballo escuchaba atrás el retumbar cual si fue perseguido por una bestia gigante, cosa que se disipó al llegar a la hacienda Vilcahuara.

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El Hechizo de la Lupuna

En el pueblo escuchamos hablar de la Lupuna colorada y queríamos conocerla, sabíamos que era un árbol frecuentado por malvados hechiceros.
Entonces nos internamos en el bosque por una senda oculta tapizada por hojarascas húmedas. Íbamos saltando de tronco en tronco para no pisar las espinas de las ñejillas. Sus finas espinas regadas por todas partes retardaban nuestra penosa caminata.

Encontramos palmeras despojadas de sus hojas maduras y árboles derramando su savia de llanto como mudos testigos que mucha gente transitaban esta selva. Serpientes asustadas se deslizaban al sentir nuestra presencia, Iguanas verdes y camaleones que cambiaban de color, nos miraban sorprendidos, pero sin atreverse a dar un paso.

El calor sofocante y la humedad del bosque nos hacían sudar a chorros. Y de pronto, debajo de la sombra del cormiñón frondoso, un alivio intenso con el aire fresco.

Después de horas de andar, avistamos la sobresaliente copa de la Lupuna colorada. Pero, no estaba tan cerca como pensamos. Tuvimos que caminar unas horas más.

Finalmente, el gigante árbol colorado con su característico tallo ventrudo estaba al frente de nosotros. Vientre anormal en los árboles. Impresionante barriga, presto a reventar con su savia si la abundancia se lo permitiera. En la Lupuna colorada no había nadie, ni vivos ni espíritus. Nos llamó la atención los cortes perfectos de hábiles bisturíes en su grueso tallo. Al parecer, alguien desollaba su corteza para extraerle algún misterio.

Habíamos escuchado que en los ratos solitarios y de sepulcral silencio, un brujo experto en atar y desatar conjuros la visitaba a menudo. Dicen que espera que en el bosque no haya visita alguna para que prepare, al pie del árbol, su mate espeso con la soga de la borrachera.

Luego, toma un tazón con el brebaje amargo y comienza su rito acompañado de cánticos nasales. Da vueltas sobre sí siguiendo un círculo imaginario alrededor de la Lupuna. Hace ademanes con la mano levantada implorando al árbol que le dé favores. Y de rato en rato, lanza quejidos, como si se tratara de algún animal herido, y llama la atención, el silbido de serpiente que emite cuando entra en trance.

Cuando el brujo está seguro que la Lupuna le dará el favor, saca de su bolsa una prenda de la víctima, le dobla con sumo cuidado, le escupe una flema verdosa, y tambaleante se acerca al vientre del árbol, y blandiendo su machete le da un corte perfecto que abre la dura corteza, y en la entraña de la Lupuna esconde la ropa del infortunado que desde ese momento comienza a tener sus días ya contados.

Pronto, el hechizo surte su efecto, la víctima, hombre o mujer sana, empieza a hincharse, especialmente el vientre. Y creyendo haber subido de peso, nadie repara en el mal, sino después, cuando ya no hay remedio para el enfermo.

Regresamos impresionados después de conocer de cerca a la Lupuna colorada, y en el camino nos encontramos con don Shanti, un brujo conocido. Y después de haber estado en el antro de la maldad, molesto le dije:

- Hola don Shanti, dicen que a cada rato te vas a la Lupuna, ¿a qué pues te vas?
- Me voy a castigar el desamor, la infidelidad, el engaño. Me estoy yendo a hacerle un trabajito a mi sobrina. A la pobre, su novio le abandonó el día de su boda. Eso yo no perdono. Para mí es una burla. Acá en la tierra pagamos nuestros errores y yo les hago pagar a los desgraciados.

Después de haber escuchado su disertación sobre el bien y el mal, y antes que se moleste, nos despedimos del vengativo brujo.
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El Runapuma o Yanapuma

Cuentan que antiguamente, existían brujos maleros que llegaban a tener pactos con los demonios de la selva. Eran poderosos haciendo el mal y sus afanes de tener cada vez más y más poder llegaban al estado en que tenían necesidad de beber sangre y comer carne humana.
Claro, estos brujos vivían en lo más apartado de la selva y casi siempre solos. Dominaban los secretos para trasformarse en Runapuma, cuando sentían necesidad de alimentarse. Hacían sus invocaciones por medio de icáros “cantos mágicos de poder” pidiendo fuerza a los demonios del monte y entonces se convertían en hermosos jaguares hambrientos totalmente negros. Así, atacaban a sus víctimas, sin importarles que estuvieran armadas o en compañía de otras personas. No le temían a nada ni nadie porque se sentían protegidos. Satisfecho su apetito, volvían a convertirse en hombres casi normales.


Por esta razón se cree que los jaguares melánicos, totalmente negros o yanapumas son mensajeros del más allá o poderosos brujos capaces de tomar forma humana e incluso icarar o maldecir la comida desde lejos. Estos otorongos negros son temidos por esa razón.

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Es una garza pequeña, muy bonita y prosista – “coqueta” – que dicen, tiene en sus finas y largas patitas un secreto para hacer encantamientos de amor. Que cuando el curandero recibe el encargo de preparar el filtro de amor, deberá cazarla mediante un tiro de pucuna “dardo de cerbatana” pero también deberá estar dietando por varios días.
 Extraídos los huesitos de las patitas, los limpia y prepara mediante icáros “cantos mágicos”.
Quitada la médula, estos quedan como tubitos y es a través de estos que el enamorado, debe espiar a la mujer elegida “como si fuera un largavista”.
 Pero ojo, la muchacha no debe saber que es observada. Y, si la operación ha sido bien hecha, a los pocos días aceptará gustosa los requerimientos del galán.

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El Urcututo

Es un búho grande que vive en lo profundo de la selva, en la copa de los árboles más grandes, es un gran cazador nocturno. Cuenta la leyenda que ciertos brujos maleros llegan a tener “pactos secretos” con los urcututos y entonces lo utilizan para enviar virotes o dardos mágicos, que serán descargados sobre el enemigo elegido, con el fin de causarle daño por venganza.
También suelen ser enviados como mensajeros, para espiar el lugar donde se realizan las sesiones de ayahuasca, como cuidador, cuando se va a tratar a un enfermo que el mismo brujo daña. Considerado como un animal de mal augurio por algunos y de buena suerte para otros, es el rey de la noche.
Entre la población de Iquitos y alrededores de esta ciudad, se cree que el canto de los urcututos son presagio de un embarazo de alguna mujer conocida por quienes escuchan el canto.

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El Yacuruna

“Yacu” = agua o río, “Runa”= hombre o gente. Es el espíritu mágico más importante de la selva baja. Manda sobre todos los animales y genios del agua, suele ser invocado por los chamanes y curanderos, en las sesiones de ayahuasca, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.

Cuentan que se traslada por los ríos y quebradas, y entra en las cochas montado en un enorme cocodrilo “lagarto negro”.

Cuando viaja, se adorna con cinturones y collares de feroces boas negras y va calzado con cascos de tortugas de taricayas o charapas.

Son similares a los tsunki o tsungi de otros mitos.

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El Ayaymama

Cuenta la leyenda que una epidemia estaba acabando con la gente de una comunidad nativa. Que la madre de dos niños, sintiéndose con los primeros síntomas de la enfermedad, quiso salvar del mal a sus pequeños y entonces los llevó al monte, muy lejos y los dejó en ese lugar. Cerca de una linda quebrada, abundante en peces y árboles frutales. Con gran pena los dejó, sabiendo que no los volvería a ver más. Ellos jugaron, comieron frutos y se bañaron en la quebradita, pero ya en la noche sintieron la falta de su madre y partieron en su búsqueda pero se perdieron en el monte.
Asustados, llorando de pena decían cómo no ser aves para poder volar donde mamá. Y el dueño del monte tuvo pena y los convirtió en avecitas y ellos volaron, pero cuando llegaron a su pueblo vieron que ya nadie vivía, todos habían muerto. Desde entonces no dejan de volar y volar, y cuando se posan en lo alto de un árbol, cansados de buscar a su madre, hacen oír su canto lastimero ayaymamá... ayaymamá...


Otra versión de esta leyenda es:

La leyenda del Ayaymama, narra el abandono de dos niños en la selva tras perder a la mamá. La madrastra y el papá dejan a su suerte a los menores en la montaña simulando un paseo. Los niños se volvieron en pajaritos y en una noche de luna volaron hasta el techo de la casa de la madrastra y emitieron su canto:

Ayaymama, Huischuhuarca: Nuestra madre ha muerto y nos abandonaron.

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