miércoles, 9 de noviembre de 2016

El Tesoro de Chaparrí

Resultado de imagen para El Tesoro de ChaparríEste cerro enclavado en la Cordillera Occidente del Dpto. de Lambayeque, estaba encantado por los inmensos tesoros que en él se guardaban. Su cacique se llamaba Chaparrí y tenía como esposa a la bella Collurqui. En las faldas de este cerro, existió la vieja población de Firruñap y en sus alrededores una hermosa laguna de aguas cristalinas.
Por otro lado en la provincia de Cutervo, existía otro cerro llamado “Yanahuanca” que siempre vivía en pleitos con Chaparrí debido a la existencia de grandes tesoros y además deseaba a su bella esposa que era poseedora de grandes encantos. 
Chaparrí, conducía a su pueblo por el camino del trabajo, del orden y armonía. Sus habitantes eran nómades y en sus viajes por otros territorios, trajeron a estos lugares semillas de yuca, maíz, maní y tabaco; planta ésta, cuyas hojas servían para la alzada; ya que Chaparrí era brujo curandero y Yanahuanca era “malero”. Muchos viajeros de aquellas épocas manifestaban haber visto sostener grandes luchas entre estos dos cerros en noches de luna llena. Chaparrí transformado en toro con astas de oro y Yanahuanca con astas de plata y en estas luchas siempre triunfaba Chaparrí.

Yanahuanca, valiéndose de sus artes maleros se robó a Collurqui, dejando a Chaparrí sumido en la desesperación y tristeza.

En Huancabamba Dpto. de Piura, existe un lugar llamado “La huringa” y por estos años vivía en este lugar un brujo de renombre apellidado “Tallanca” gran amigo de Chaparrí, que llegó a enterarse de la traición de Yanahuanca y mediante sus artes castigó al seductor y a sus pobladores con grandes sequías que afectaron la agricultura en estos lugares. Cierta noche en que Tallanca se encontraba curando a un enfermo y al tomar el brebaje, alcanzó a ver que desde al norte se acercaban hombres extraños blancos cabalgando en briosos caballos. Eran las huestes de Francisco Pizarro, que luego de haber conquistado Tumbes y Piura, viajaban hacia Cajamarca en busca de Atahualpa y que al llegar al poblado de Túcume, un felinillo bautizado por el cura Hermano de Luque le había puesto el nombre de Tinajas por haberlo encontrado escondido en un tinajón. Este felinillo, que ya había aprendido el castellano les comunicó a los españoles que no muy lejos de este lugar existía un cerro llamado “Chaparrí” y que en él existía gran cantidad de oro.




Teófico el pescador - El encanto (Piura)

Cuentan viejos pescadores que desde mucho tiempo atrás, del puerto de San Pedro del distrito de Pariñas - Provincia de Talara, todos los días y a muy tempranas horas de la madrugada numerosos pescadores se hacían a la mar en sus "balsillas" (pequeñas embarcaciones artesanales, confeccionadas de troncos de palillo entrelazadas con soga, una vela detela de lona gruesa y dos remos en ambos costados que le permitían desplazarse con mayor facilidad), con la finalidad de pescar en especial peje blanco, cabrilla, y ojo de uva, por ser más apreciados por su sabor, tanto para el consumo familiar como en el mercado donde alcanzaban mejores precios y por consiguiente obtenían mejores ingresos.

Como era natural, por tratarse de una actividad riesgosa, por lo general tenían que afrontar serios problemas, pero a veces la situación se les complicaba, sobre todo cuando tenían que enfrentarse a fuertes remolinos con riesgo de perder sus vidas. Por ello a pesar de su desesperación de no poder seguir avanzado a la zona de pesca, no tenían más remedio que regresar, lamentando su mala suerte, para volver a intentarlo al día siguiente y en otras zonas.


Sin embargo, para un personaje la cosa era completamente diferente. Todos los pescadores recuerdan con asombro, la gran suerte que siempre acompañaba a un pescador llamado Teófilo, que a excepción de los demás, era el único que lograba hacer faena, pues regresaba con su pequeña balsilla cargada de pescado. Esta hazaña sin precedentes, era el tema cotidiano de los comentarios que se hacían en el pueblo.

Cuentan los pescadores que cuando salían de pesca, Teófilo sin dar razón alguna como siempre se alejaba de ellos en dirección de la zona del cerro La Capullana. Por lo general siempre se encontraba parado sobre un peñazco, dando la impresión como si se hubieran puesto de acuerdo, porque un negrito con el cordel en la mano y alzando el brazo le indicaba con gran acierto el lugar preciso donde se encontraba el banco de pescado. Por este motivo la pesca de Teófilo era exitosa y en consecuentemente retornaba al puerto con gran exactitud, a las seis de la mañana con su balsilla llena de pescado.Comenta mucha gente que conoció a Teófilo, que esta suerte que Dios le había concedido le acompañó por muchos años, hasta que un día la noticia de que no había regresado sorprendió a todo el puerto. Según parece a causa de un gigantesco remolino que se lo llevó al fondo del mar. Otros afirman que fue el mar que se apoderó de su cuerpo. Sólo se sabe que parte de su ropa fue encontrada en el interior de una de las cuevas del cerro de La Capullana, donde el ánima de Teófilo permaneció encantado por mucho tiempo.

Refieren que un buen día sus familiares recibieron el Concejo de un curandero experto en asuntos de encantamientos, quién les planteó que la única forma de que Teófilo se libere del "encanto", era llevando un niño recién nacido y moro (sin bautizo) y dejarlo sobre una pequeña balsilla en el lugar donde se hundió el pescador. Para felicidad de sus seres queridos fue así como Teófilo logró liberarse del "encanto". Desde entonces todos los Viernes Santos este "encanto" se manifiesta, pero sólo son los familiares de Teófilo los únicos que llegan hasta la cueva y afirman que en varias oportunidades lo ven con un parecido a la figura de un pastor con su rebaño. 

Aseguran también que es así como se ha cumplido la misión que el "encanto" le pidió en agradecimiento y retribución por el buen pescado que generosamente el pescador todos los días ofrendaba al cerro La Capullana. 


La India María (Moquegua)

Resultado de imagen para La India María (Moquegua)En los inicios de valle Algarrobal, existía en una de los fundos una india llamada María. Ella vivía con su madre. Conforme pasaron los años María se convirtió en una persona cada vez mas malcriada y malagradecida.

Un día su madre mando a María a pastar ovejas al cerro y ella ni quiso obedecer lo indicado. La madre de la india , le increpo su conducta y la muchacha le contesto y cacheteó a su propia madre.
La madre de María le dijo que las hijas que golpeaban a sus madres se condenaban. María no presto importancia a las palabras de su madre y se fue al cerro. En la mitad del camino, María se sintió mal y al poco poco rato ella y sus ovejas se convirtieron en piedra. Desde entonces podemos observar a María y a sus ovejas en el cerro yendo al Algarrobal.



La Laguna de Paca (Junín)

Resultado de imagen para La Laguna de Paca (Junín)Esta laguna guarda entre sus aguas las más fascinantes historias y relatos, ubicada en el Valle de Mantaro, en la provincia de Jauja. Se ha convertido en el punto de encuentro de propios y extraños.

Una vez bajo Dios a la tierra. Llamo a la puerta de una casa. Sin abrir le gritaron, ¡fuera sucio! Entonces siguió su camino. A poco llamo a otra puerta, vivían allí dos pobres viejecitos que a esa hora preparaban su comida en una ollita de barro. La comida era tan escasa que apenas alcanzaba para una persona, entonces Dios puso las manos sobre la ollita y la comida aumento y de ella comieron los tres. Cuando terminaron dijo Dios: Vamos. El viejito antes de salir sacó de su casa su tambor. Subieron un cerro. Los viejitos caminaban por delante, Dios por detrás. Al cabo de un rato Dios pidió al viejito su tambor. Entonces dijo Dios: no vayan a volver la cara y soltó el tambor. El tambor rodaba sonando cada vez más fuerte. Los viejitos volvieron la cara y quedaron convertidos en piedra blanca. El tambor rodaba, rodaba, hasta que llego al pueblo y reventó. De él salio tanta agua que anego los campos, las casas, hasta convertir el pueblo en una laguna.



Resultado de imagen para Los dos amigos y la sirena (Moquegua)Los dos amigos y la sirena (Moquegua)

Se cuenta que hace mucho tiempo, en el puerto de Ilo, ubicado al sur del Perú en el departamento de Moquegua, vivía Alberto, un pescador.

Un día Alberto salio de faena al mar con su lancha, junto con su mejor amigo de nombre Pío.
Estando ya en altamar, Alberto sintió cansancio por las largas horas que navegaba. Al llegar la noche y preocupado porque no habían pescado nada, decidieron regresar al muelle Fiscal y desviando la proa, enrumbaron a sus casas. Pasada media hora, ambos amigos escucharon una melódica canción en medio de la noche y el brillo del mar que provenía de un conjunto de rocas.

Ellos pensaron que era el viento con el vaivén de las olas y no le dieron importancia al sonido.

Pio, remando más despacio, decidió ver que animal provocaba tan bello sonido y divisando a una sirena hermosa con cabellos cristalinos, ojos brillantes y con una silueta de mujer inigualable, ella llevaba entre sus manos una varita que daba buena suerte.

Pío se puso a pensar en ese momento en los rumores de vertían otros pescadores de la suerte y la fortuna que traía la varita de la sirena.

Entonces decidió arrebatarle la varita a la sirena. Antes de hacer ello, la sirena se zambulló al mar.
Pío dio un salto, tomó la varita y de otro brinco volvió a la lancha y remó como nunca antes lo había hecho, y se alejó de ese lugar.

Alberto le preguntó el porqué de aquella acción tan peligrosa a su amigo y este le respondió y solo estaba ejercitando los músculos y así en medio de la conversación se dirigieron hacia el muelle.

Estando en el muelle Fiscal se bajaron los dos apresurados para tomar café en la casa de Pío.

Cerca de las dos de la mañana, Pío no podía dormir tranquilo por la acción que había realizado en el mar y mientras pensaba , nuevamente escuchó la melodía. Él se levanto asustado y miró por la ventana, era la sirena que lo llamaba entre las olas del mar y el oscuro ocaso.

Pío salió a pasear para borrar el miedo que llevaba dentro. Se encontró con Alberto y decidió contarle lo que venía ocurriendo todas las noches.

Alberto, le dijo que la última vez que fueron al mar, saltó de la lancha y vio que había cogido algo brillante ¿Qué era?-preguntó- no era nada –dijo Pío.

Sin haberle creído Alberto le respondió: “Esa es la varita de una sirena y mientras tú la tengas te traerá mala suerte; es mejor que la devuelvas antes que pase más tiempo, porque cuando la llegues a tocar, en el Mar te va a pasar algo muy malo”.

Después de la conversación, Pío regresó corriendo a su casa, cogió la varita y se fue a tirarla al mar en un lugar muy alejado para que nadie lo viera. Pero en su mala suerte pisó un pozo de agua. De inmediato, Pío se convirtió en una inmensa peña.

El poder de la varita hizo que desde ese día, ese lugar se convirtiera en una piscina natural de aguas quietas y cristalinas conocida actualmente como Puerto Inglés.


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