El origen de Huancayo (Junín)
En cada pueblo existen versiones distintas de las historias y creaciones de los actores sociales, por ejemplo esta es una versión del origen de Huancayo.
Hace ya mucho tiempo, todo el Valle del Mantaro era una inmensa laguna. Desde Jauja y Concepción, hasta el sur llegando a Sapallanga y Pucara, todos esos lugares estaban bajo el agua. Los pobladores del valle en aquel entonces tenían sus casas en las alturas de los cerros, incluso hasta ahora podemos ver vestigios de sus construcciones.
En el centro de la gran laguna se podía observar desde las alturas un enorme peñón oscuro que salía de las aguas cada mañana. Esta gran peña se llamaba Huanca y estaba donde hoy esta la Plaza Huamanmarca, junto a la Municipalidad de Huancayo. Paso el tiempo y la laguna se iba llenando y llenando con las aguas de las lluvias (recordemos que en esta parte de la sierra las precipitaciones son altas).
Una vez, cuando los pobladores estaban en sus labores del campo, porque ellos siempre se dedicaron a la agricultura; se escucho un enorme estruendo en una de las quebradas y tras el sonido pudieron ver que las aguas de la laguna iban disminuyendo rápidamente. Sucedió que la quebrada de Chupuro se había roto y por allí desaguaba la laguna.
Pasaron pocas semanas y el valle se fue quedando seco, para acortar distancias entre los pueblos, los pobladores tuvieron que bajar hacia las partes planas; siendo allí en donde lograron hacer nuevas construcciones para poder habitarlas. Pero la laguna no vació del todo. En jauja se quedo la Laguna de Paca y en Ahuac la Laguna de Ñahuinpuquio.
Una vez las aguas rompieron la quebrada de Chupuro y por allí desaguo la laguna. El valle se fue quedando seco y se fundaron pueblos. Pero la laguna no vació del todo. En Jauja quedó la Laguna de Paca y Chocón; la de Ñahuinpuquio en Ahuac y la de Llulluchas en Huayucachi.
Hace ya mucho tiempo, todo el Valle del Mantaro era una inmensa laguna. Desde Jauja y Concepción, hasta el sur llegando a Sapallanga y Pucara, todos esos lugares estaban bajo el agua. Los pobladores del valle en aquel entonces tenían sus casas en las alturas de los cerros, incluso hasta ahora podemos ver vestigios de sus construcciones.
En el centro de la gran laguna se podía observar desde las alturas un enorme peñón oscuro que salía de las aguas cada mañana. Esta gran peña se llamaba Huanca y estaba donde hoy esta la Plaza Huamanmarca, junto a la Municipalidad de Huancayo. Paso el tiempo y la laguna se iba llenando y llenando con las aguas de las lluvias (recordemos que en esta parte de la sierra las precipitaciones son altas).
Una vez, cuando los pobladores estaban en sus labores del campo, porque ellos siempre se dedicaron a la agricultura; se escucho un enorme estruendo en una de las quebradas y tras el sonido pudieron ver que las aguas de la laguna iban disminuyendo rápidamente. Sucedió que la quebrada de Chupuro se había roto y por allí desaguaba la laguna.
Pasaron pocas semanas y el valle se fue quedando seco, para acortar distancias entre los pueblos, los pobladores tuvieron que bajar hacia las partes planas; siendo allí en donde lograron hacer nuevas construcciones para poder habitarlas. Pero la laguna no vació del todo. En jauja se quedo la Laguna de Paca y en Ahuac la Laguna de Ñahuinpuquio.
Una vez las aguas rompieron la quebrada de Chupuro y por allí desaguo la laguna. El valle se fue quedando seco y se fundaron pueblos. Pero la laguna no vació del todo. En Jauja quedó la Laguna de Paca y Chocón; la de Ñahuinpuquio en Ahuac y la de Llulluchas en Huayucachi.
Existen muchas lagunas en el Valle del Mantaro, posiblemente parte del agua que desaguo de la gran laguna, hayan quedado dispersas por todo el valle. Ahora la Laguna de Paca es una de las más reconocidas y visitadas por los foráneos.
El Pukupuku y el gallo (Puno)
Un día pukupuku y el gallo discutían sobre quien tenía el derecho de anunciar con su canto la llegada del nuevo día, discutieron y discutieron pero no han podido llegar a un acuerdo y acordaron llevar sus quejas a conocimiento de las autoridades del pueblo, en el camino el gallo hizo amistad con un ratón que le pidió un poco de cancha para sus hijos que sufrían de hambre, a cambio tenía que acompañar y ayudar al gallo como testigo, cuando llegaron al pueblo se fueron al despacho del juez. Y dijo pukupuku: señor juez yo tengo el derecho de anunciar con mi canto la llegada del nuevo día, mis antepasados hicieron lo mismo, ahora este gallo es un extranjero recién llegado trata de usurpar mis derechos, el gallo también expreso su queja que él tenía derecho para hacer despertar a la población. Entonces el juez digo: bien, presenten su demanda por escrito.
El pukupuku expreso en su demanda que él ha sido designado por los deidades como los cerros, la madre tierra, la Luna y el sol y otros seres de la naturaleza, por lo tanto tiene derecho de cantar todas las mañanas a la nueva vida y como testigo la “Leqechito” (cintinela).
El Gallo manifestó diciendo; que yo he adquirido el derecho de cantar al amanecer porque mis dueños han conquistado estas tierras y como testigo era el “achacu” (ratón).
El juez había citado a un comparendo a ambos demandantes; en la mañana el juez ha tenido que escuchar los cánticos de pukupuku y del gallo, para cumplir con la propuesta del juez el pukupuku había cantado cada media hora y el gallo cada hora, pero como el gallo tenía como su testigo al ratón, el ratón había extraído la documentación de la demanda de pukupuku y a la vez al gallo despertaba el ratón según el reloj del señor juez.
En la mañana el juez llamó a los demandantes y les dijo ; Pukupuku no serás el que cante y que haga despertar a la población, entonces el leqechito quería defender y el juez lo agarro a golpes y por eso en la actualidad tiene este ave la cabeza plana; y al gallo por ser puntual le da su derecho de estar en la casa, cantar y hacer despertar todas las mañanas a la población y al ratón le dijo ya no comerás solo granos sino todo lo que come los humanos de preferencia el queso.
El pukupuku expreso en su demanda que él ha sido designado por los deidades como los cerros, la madre tierra, la Luna y el sol y otros seres de la naturaleza, por lo tanto tiene derecho de cantar todas las mañanas a la nueva vida y como testigo la “Leqechito” (cintinela).
El Gallo manifestó diciendo; que yo he adquirido el derecho de cantar al amanecer porque mis dueños han conquistado estas tierras y como testigo era el “achacu” (ratón).
El juez había citado a un comparendo a ambos demandantes; en la mañana el juez ha tenido que escuchar los cánticos de pukupuku y del gallo, para cumplir con la propuesta del juez el pukupuku había cantado cada media hora y el gallo cada hora, pero como el gallo tenía como su testigo al ratón, el ratón había extraído la documentación de la demanda de pukupuku y a la vez al gallo despertaba el ratón según el reloj del señor juez.
En la mañana el juez llamó a los demandantes y les dijo ; Pukupuku no serás el que cante y que haga despertar a la población, entonces el leqechito quería defender y el juez lo agarro a golpes y por eso en la actualidad tiene este ave la cabeza plana; y al gallo por ser puntual le da su derecho de estar en la casa, cantar y hacer despertar todas las mañanas a la población y al ratón le dijo ya no comerás solo granos sino todo lo que come los humanos de preferencia el queso.
El Zorro que fue al cielo (Puno)
Dicen los achachilas que cierta vez un zorro se encontraba al lado de un río y melancólicamente observaba las imágenes que reflejaban sus aguas. Se veía a gente bailando, bebiendo y riendo. ¿Qué pasaba? Las aguas del río no hacían más que reflejar la algarabía que allá arriba se vivía: en el cielo estaban de fiesta.
El zorro, que andaba cabizbajo y pensativo, no se dio cuenta que un cóndor había bajado a tomar agua. Al verlo se le ocurrió una gran idea.
- ¿Qué pasa amigo tiwula? – preguntó el cóndor.
- Es que quiero ir a la fiesta que hay arriba en el cielo y sólo, no puedo. ¿Por qué no me llevas tata condori? - – dijo el zorro.
El cóndor aceptó de buena gana el pedido del zorro y le dijo que se montara en su espalda. Volando hacia las alturas llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron bastante, bebieron y se divirtieron.
Al cabo de un rato el cóndor buscó al zorro que andaba perdido entre tanta gente alegre y le dijo que ya era hora de volver. El zorro, entusiasmado con el festín, no quiso regresar y se quedó allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor retornó sin su compañero a la tierra.
Acabada la fiesta, el zorro, que se había quedado solo, se fue de visita a la casa de una estrella. Como todavía tenía hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de cañihua para que se hiciera una mazamorra. El zorro miró el grano con desconcierto y pensando que eso no iba a ser suficiente le dijo a la estrella:
- Pero ¿cómo va a alcanzar un solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mí.
Y sin que la estrella se diera cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Así comenzó a preparar su mazamorra de cañihua mientras se le hacia agua la boca.
El zorro contento seguía en la tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto la olla comenzó a rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo. Como el zorro andaba muerto de hambre se puso feliz a lamer lo que caía de la olla y casi sin descansar trataba de comérselo todo. Pero la alegría pronto se convirtió en angustia pues la olla seguí rebalsándose y la habitación se iba llenando de cañihua sin que el zorro pudiera hacer nada para detenerla.
La estrella al ver su casa llena de mazamorra se puso muy enojada y colérica y a gritos le dijo al zorro:
- ¡Zonzo nomás siempre habías sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te había dado suficiente?
¡Ahora todito te lo vas a tener que comer!
El zorro, arrepentido y triste por su desgracia, se angustió más aún y, no pudiendo hacer nada, pensó que lo único que le quedaba era regresar a la tierra. Entonces se ató a una soga y fue donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar.
La estrella aceptó ayudarlo y sujetó la soga para que el zorro pudiera bajar.
Camino a la tierra y cuando escasamente le faltaban diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a él y, liso como era, sin más ni más,
lo insultó diciéndole:
Los desesperados gritos de zorro fueron vanos. Nadie los escuchó. A gran velocidad cayó en medio de duras rocas y su panza repleta de mazamorra se reventó.
Con la caída la cañihua se esparció por todas partes.
Cuentan los achachilas y awichas (abuelos y abuelas) que fue así como apareció este alimento en el altiplano.
- ¿Qué pasa amigo tiwula? – preguntó el cóndor.
- Es que quiero ir a la fiesta que hay arriba en el cielo y sólo, no puedo. ¿Por qué no me llevas tata condori? - – dijo el zorro.
El cóndor aceptó de buena gana el pedido del zorro y le dijo que se montara en su espalda. Volando hacia las alturas llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron bastante, bebieron y se divirtieron.
Al cabo de un rato el cóndor buscó al zorro que andaba perdido entre tanta gente alegre y le dijo que ya era hora de volver. El zorro, entusiasmado con el festín, no quiso regresar y se quedó allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor retornó sin su compañero a la tierra.
Acabada la fiesta, el zorro, que se había quedado solo, se fue de visita a la casa de una estrella. Como todavía tenía hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de cañihua para que se hiciera una mazamorra. El zorro miró el grano con desconcierto y pensando que eso no iba a ser suficiente le dijo a la estrella:
- Pero ¿cómo va a alcanzar un solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mí.
Y sin que la estrella se diera cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Así comenzó a preparar su mazamorra de cañihua mientras se le hacia agua la boca.
El zorro contento seguía en la tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto la olla comenzó a rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo. Como el zorro andaba muerto de hambre se puso feliz a lamer lo que caía de la olla y casi sin descansar trataba de comérselo todo. Pero la alegría pronto se convirtió en angustia pues la olla seguí rebalsándose y la habitación se iba llenando de cañihua sin que el zorro pudiera hacer nada para detenerla.
La estrella al ver su casa llena de mazamorra se puso muy enojada y colérica y a gritos le dijo al zorro:
- ¡Zonzo nomás siempre habías sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te había dado suficiente?
¡Ahora todito te lo vas a tener que comer!
El zorro, arrepentido y triste por su desgracia, se angustió más aún y, no pudiendo hacer nada, pensó que lo único que le quedaba era regresar a la tierra. Entonces se ató a una soga y fue donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar.
La estrella aceptó ayudarlo y sujetó la soga para que el zorro pudiera bajar.
Camino a la tierra y cuando escasamente le faltaban diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a él y, liso como era, sin más ni más,
lo insultó diciéndole:
- ¡Loro lengua de papa!
- ¡Loro lengua de chuño!
- ¡Yo te puedo matar!
- ¡Extiendan un frazada suave!
- ¡Extiendan una frazada rosada!
- ¡Miren que vengo del cielo!
Los desesperados gritos de zorro fueron vanos. Nadie los escuchó. A gran velocidad cayó en medio de duras rocas y su panza repleta de mazamorra se reventó.
Con la caída la cañihua se esparció por todas partes.
Cuentan los achachilas y awichas (abuelos y abuelas) que fue así como apareció este alimento en el altiplano.
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